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Otro Génesis posible: cómo comunicarme con los ETs



Hacía unas semanas había enviado a un club científico de Madrid mi recién terminado audiovisual acerca de “El Universo, la Energía y la Masa”, un material elaborado para Jornadas de Difusión de las Ciencias que preparábamos con Olga desde hacía meses.

En uno de los e-mails que siguieron en mi comunicación con esos inquietos jóvenes les hablé de un concepto que daba vueltas por mi mente desde de los años ochenta: los “pensones”, partículas elementales de pensamiento. Algo así como “núcleos de ideas” que producidos en los cerebros de las personas se integran al cosmos ocupando trayectorias a mayor o menor distancia de nuestro planeta y son pasibles de ser capturados por otros cerebros e integrados a su base de información. No todo aquel que capturaba un “pensón” estaba preparado para comprender su significado conceptual, pero si tenía la información adicional necesaria o la lograba posteriormente podía utilizarlo para generar nuevas ideas, y, por consiguiente, nuevos “pensones” que emitiría para sumarlos a esa “base cósmica de conocimientos”.

León conocía mis teorías desde aquellos tiempos iniciales. Nunca estuvo muy de acuerdo con ellas quizá porque yo pretendía explicar así la intuición, la telepatía y muchos otros fenómenos que nos interesaban a ambos.

El trabajo enviado por Nicolás hablaba de “mindons”, un término derivado de “mente” en inglés, y curiosamente muy similares a mis “pensones”. En teoría, transmitían mensajes hacia el futuro pero si se descubriese que su velocidad superaba la de la luz también podían enviar mensajes hacia el pasado.

“Masa imaginaria”. La posibilidad de salir de esta prisión tridimensional y navegar otros mares en compañía de tantos otros que dijeron haberlo hecho, como mi apreciado Víctor Sueyro o el más que discutido Lobsang Rampa que tanto leí en mis años de juventud. Los neutrinos podían ser la explicación de una enorme cantidad de fenómenos que hoy seguimos llamando “parapsicológicos” o “metafísicos” para reflejar que están más allá de lo que conocemos.

No me pareció que Federico pudiera ayudarme en este campo pues los supuse conocimientos demasiado alejados de los suyos. Ni León, dado que todavía estaba yo dolido por las ácidas críticas con que recibió mi teoría más de veinte años atrás. Debía buscar alguien que pudiese darme alguna pista sobre el tema.

¿Un físico de la Facultad? No. Definitivamente no. Los que había conocido eran de mente demasiado cerrada, encasillada por lo fáctico, incapaces de aceptar posibilidades que no estuviesen dentro de su limitado campo de acción.

¿Un parapsicólogo? Podría conversar con él acerca de los fenómenos pero seguramente desconocería lo que yo necesitaba analizar dentro del campo de la Física. Por eso, tampoco.

Mis descalificaciones demostraban que a pesar de autoconsiderarme un individuo de mente abierta estaba todavía invadido por los prejuicios que criticaba en el resto de los humanos. Seguramente, pienso hoy, más de un físico es capaz de interesarse por lo metafísico. Quizá muchos. Y algún parapsicólogo había sumado a sus conocimientos específicos un bagaje adicional de información científica suficiente como para comprender y analizar probablemente mejor que yo esta posibilidad de los “pensones” como explicación de, por ejemplo, los fenómenos telepáticos.


Pero esos prejuicios me hicieron tomar una decisión que finalmente resultó la mejor, la definitiva. 

***

¿Por qué buscar intermediarios para comunicarme con los zetarreticulianos? ¿Por qué no buscar una forma directa de modo de lograr un "face to face" o algo parecido para preguntarles todo lo que desde siempre quise saber acerca de ellos?

Tú hubieras pensado lo mismo, ¿verdad?

¿Y cómo resultó la cuestión? Si ya has leído la novela completa, lo sabes. Si no, cuando vamos llegando al final, es tiempo de que tengas una copia en tu propia PC en forma de ebook.

¿Cómo lograrlo? Envíame un correo a danielgalatro@gmail.com y a vuelta de mail te diré los pocos y sencillos pasos a seguir.

Te estaré esperando.

Prof. Daniel Aníbal Galatro


Otro Génesis posible: el testamento de Darwin


“Este relato me fue realizado en la tarde de ayer, 11 de febrero del año del Señor de 1882, por el naturalista Charles Robert Darwin quien, a pesar de estar ambos distanciados emocionalmente e intelectualmente por divergencias de personalidad y de concepciones filosóficas y científicas, me convocó a la casa de South Kensington en la que estaba residiendo desde hacía un tiempo. Acepté esa invitación que me hiciera a través de su hija unos días antes, más por verdadera curiosidad que por algún sentimiento placentero. Al llegar encontré al hombre mucho más anciano y enfermo que lo que suponía estaría. Me dio verdadera pena verlo así, y decidí dejar de lado mi recuerdo de antiguos rencores y enfrentamientos.

Alegó que me había elegido porque confiaba en mi discreción más que en la de sus propios amigos y familiares. Dijo que si bien no había olvidado nuestras diferencias de años atrás me respetaba por haber comprendido más tarde que había sido siempre sincero con él, aún cuando eso provocara nuestros enfrentamientos.

Me pidió que tomara de su mesa de noche unas hojas de papel, tintero y pluma, hechos preparar por él para esta oportunidad pues eran elementos que ya no utilizaba por estar su vista debilitada en extremo. Indicó que acercara otra pequeña mesa que hallaría en algún lugar de la habitación y dispusiera todo allí para escribir lo que él me dictaría.

Eso hice, sin decir más palabras que las estrictamente necesarias para asegurarle mi permanencia en el lugar y mi disposición para cumplir con sus solicitudes.

Como cierre de esta especie de preámbulo de lo que escribiría por él me pidió que no lo interrumpiera, pues sabía que le costaría mucho hilvanar ideas en la situación en la que se encontraba.


El mensaje que me dictó entonces y que transcribo en este libro para que sea encontrado y leído quizá alguna vez o quizá nunca, decía esto:

***

En mis manos, una fotocopia actual de un antiguo documento que me permitiría conocer los misterios más ocultos del alma de Carlos Darwin develados casi al momento de su muerte. Lo que ese mensaje contenía vas a poder leerlo y analizarlo junto conmigo si tienes tu propio ebook de "Otro Génesis posible". 

¿Y cómo puedes lograrlo? Muy sencillo. Me envías un correo a mi mail danielgalatro@gmail.com o llenas el formulario de contacto que hallarás en este blog y me lo haces llegar. Así, a vuelta de correo, recibirás las instrucciones para que, una vez cumplido los pasos, puedas recibir el ebook en tu computadora personal o en tu teléfono móvil.

Fácil y muy económico. Como para que lo aproveches sin dudar.

Estaré esperando.

Un saludo afectuoso

Prof. Daniel Aníbal Galatro

Otro Génesis posible: una bibliotecaria se hace cómplice


- Es una pena que no estuviera usted aquí por 1882. – me lamenté sinceramente.

- ¿Qué ocurrió en ese año que a usted le pueda interesar tanto? – preguntó.

- Juan José Dardo de Rocha fundó la ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, República Argentina. – respondí solemnemente.

- ¡Así que es usted argentino! ¿Y qué puedo saber yo sobre esa fundación?¿Debería saber algo? – dijo poniéndose en actitud defensiva.

- Por supuesto que no. No lo dije seriamente. – repliqué. – Pero también en 1882 murió Charles Darwin.

- Hay muchos lugares más adecuados para buscar información acerca de él. Es más, aquí no hay material al respecto excepción hecha del que necesitan los alumnos para sus estudios. Y no está en este museo sino en la biblioteca del colegio. – me explicó. – Excepto… que… - me dijo al tiempo que me miraba con ojos de complicidad, difíciles de apreciar detrás de sus gruesos anteojos.

- ¿Excepto… qué? – la interrogué con un dejo de ansiedad.

- Déjeme deducir. – me propuso. – No es muy difícil comprender qué lo trajo a usted aquí. – Hizo una pausa prolongada mientras paseaba su vista entre mi rostro y la maqueta del puente. – Usted está de pie junto a la reproducción original del Puente Matemático. Usted menciona a Darwin – Otra pausa de meditación hasta que nuevamente una amplia sonrisa llenó su cara pequeña. – Usted busca el mensaje.

La sorpresa cayó sobre mí como si los propios maderos del puente se me hubiesen venido encima. Traté de recomponerme y de ir recuperando la calma, aunque en ese momento solamente la podía aparentar porque mi corazón se había puesto a latir apresuradamente.

- ¿Qué mensaje? – dije fingiendo no saber de qué me estaba hablando.

- No se haga el tonto. Ya noté el efecto que le causó mi conclusión. – me expresó, ahora con verdadera seriedad. – El mensaje final de Darwin. Algunos creen que fue traído a este colegio justamente en el año que usted menciona. ¿Y para qué lo busca?

- Solamente para verlo, si existe, y quizá copiar su texto. – me sinceré. – No puedo explicarle más sobre esto pero le aseguro que ese mensaje es muy importante para mí. Por supuesto, si existe.

- Dediqué muchos años a ese tema. – me confesó. – Cuando entré a trabajar en el colegio alguien insistía en que ese hecho había ocurrido y que debíamos encontrar la nota ocultada por el antiguo profesor amigo del científico. Era una jovencita entonces y el asunto me interesó tanto que también comencé a buscarlo allá por los años sesenta. Pero dejé de hacerlo en 1976. – dijo bajando la voz.


- ¿Por qué hizo eso? ¿Por qué abandonó? – pregunté con todo interés.

***

Cada vez más cerca de alguna respuesta valiosa. Por aquí andamos, compañero de aventuras. ¿Ono tienes tu copia completa de la novela para disfrutar de los altibajos de mi increíble investigación?

¿Y qué esperas? Porque solamente basta que me envíes un email a danielgalatro@gmail.com o llenes el formulario de contacto que encontrarás en este blog y me lo remitas para que te indique los pocos y sencillos pasos a seguir.

¡Hazlo ya mismo!, como suelen decir los vendedores por TV. 

Prof. Daniel Aníbal Galatro

Otro Génesis posible: cuando hallé el Mathematical Bridge


No me fue difícil encontrarlo. Totalmente construido en madera, cruzaba un pequeño arroyo y uno de sus extremos terminaba a la entrada de un antiguo edificio. Caminé lentamente hasta detenerme en la casi exacta mitad. Era realmente hermoso.

- ¿Necesita ayuda? – me dijo alguien desde un lugar cercano.

Busqué con la mirada. Era un joven, sentado junto a la ribera desde donde yo había accedido. Mi estado de excitación me hizo pasar junto a él un minuto antes sin notar su presencia.

- Sí, por favor. – le supliqué. – Necesito que alguien me cuente la historia de este puente.

- Justamente ese es mi trabajo. – alardeó. Pero luego adoptó una pose más humilde. – En realidad, va a ser mi trabajo. Estoy preparándome como guía de turistas en Cambridge y este es uno de los puntos de mayor atracción. – Observó mi reacción, que no fue mucha. - ¿Puedo serle útil? En realidad, todavía no he podido memorizar todo pero lo tengo aquí anotado.

- Por supuesto me serás útil. – respondí. – Y te pagaré como si ya estuvieses trabajando oficialmente.

Lo vi sonreír feliz mientras se ponía de pie y se acercaba a mí, aún parado en medio del puente. El muchacho tenía mucha información anotada en una hoja impresa por computadora. Trataba de recordarla de memoria pero muchas veces tuvo que consultar el papel para asegurarse de fechas y de nombres. No me importaba. Solamente lo escuchaba con mucha atención.

Había sido construido en 1749 por un tal James Essex “el menor”, según un diseño realizado por alguien llamado William Etheridge.

- Ese edificio de ladrillos rojos es el President’s Lodge y data de 1460. – dijo feliz de recordar esos datos sin necesidad de leerlos. – Es la construcción más antigua sobre el río en Cambridge. Ese junto a él es el Edificio Essex, pero tiene 300 años menos. Y allá detrás de los árboles está Cripps Court, que fue construido hace poco, en 1974. – Recitaba con voz muy agradable. – No es verdad que hayan seguido indicaciones de Isaac Newton, como dicen algunos guías, porque hacía más de 20 años que había muerto cuando se construyó el puente. Y tampoco es cierto que una vez los alumnos lo desarmaron y después no pudieron rearmarlo.

Yo seguía su explicación con tanta atención que el chico se entusiasmaba cada vez más y continuaba agregando datos.

- Pero fue reconstruido un par de veces a lo largo de los años. En sus primeras versiones las partes estaban unidas con clavos y tornillos. Pero como ve usted ahora está solamente abulonado. – continuaba relatándome mi guía.

Me inundó de información sobre el puente con detalles precisos. Seguramente a otros visitantes resultarían muy interesantes en futuras visitas conducidas por él. Pero culminó con un par de datos fatales para mis intenciones. El puente había sido reconstruido dos veces. La primera en 1866 y la segunda en 1905. En esta última oportunidad fue modificado en forma total por un tal William Sindall, a quien deseé buena y prolongada estadía en lo más profundo del infierno. Había quitado todas las piezas de roble originales reemplazándolas por similares de teca. El tonto había hecho otro puente, muy similar al original, pero otro. Si alguien había escondido un mensaje en el de roble ya no podía hallarse en el nuevo.

Estaba descorazonado. Caminé hacia el extremo más lejano a la edificación. El muchacho me seguía sin dejar de hablar.

- Se le llamó “Puente Matemático” porque, según los expertos, tiene medidas perfectamente calculadas que lo hacen excepcionalmente estable. - continuaba diciendo, aunque notaba que mi atención no estaba ya concentrada en sus palabras.

Me dejé caer sobre el cuidado césped de la ribera. El joven se sentó a mi lado mientras me contemplaba compungido.

- ¿Qué pasó, señor? ¿Dije algo inconveniente? – se preocupó.

- Sí, pero no es tu culpa. El causante de mi tragedia es ese Sindall que destruyó el viejo puente – le aclaré para tranquilizarme, aunque pareció no comprender mis palabras.

- ¿Buscaba algo en el puente que ya no está? ¿Quería verlo como era originalmente? – trataba de adivinar.

- No es lo mismo ver un puente de 1750 que uno de 1900. – mentí. – Me siento muy frustrado.

- Escuche, señor. – me dijo para hacerme sentir mejor. – Todavía puede ver cómo era el puente original, si lo desea. El colegio posee una maqueta del viejo modelo que fue hecha por el diseñador como guía para la construcción de la obra.

***

¿Quién hubiese pensado que un día iba yo a estar caminando sobre el famoso "Puente Matemático" vecino al Queen´s College de Cambridge, muy cerca de Londres? Por supuesto, yo no. Pero quienes dirigían la investigación desde quién sabe dónde me habían llevado hasta allí.

Siempre con esos jueguitos estratégicos que hacían que las respuestas fuesen "sí, pero...". Por ejemplo en este caso en que el puente en cuestión había sido construido allí pero... también había sido desarmado el original y reemplazado por uno más nuevecito que a mí no me serviría de casi nada.

¿Estás recorriendo conmigo los caminos de esta búsqueda de verdades acerca del Génesis mosaico, Darwin, extraterrestres y demás? Entonces ya conoces lo que vendrá hasta el final. Y es porque tienes en tu poder la historia completa del "Otro Génesis posible".

¿No? ¿Y qué esperas? Enviame un email a danielgalatro@gmail.com o llena y envía el formulario que encontrarás en la columna derecha de este mismo blog y te responderé diciéndote cómo puedes lograrlo. Es sencillo y vale la pena. Al menos eso creo yo que soy el autor y certifican los muchos que ya tienen su copia personal de la novela.

Te espero.

Prof. Daniel Aníbal Galatro



Otro Génesis posible: de Oxford a Cambridge sin escalas


Miré mi reloj. Mediodía. Debía ir hasta Cambridge lo antes posible. Tenía las tres palabras del mensaje: “London. Queen’s. Bridge.” Podía ser una simple coincidencia irrelevante. Sin embargo sentía que estaba sobre la pista correcta.

La acompañé hasta el frente cuadrangular, como ella me dijo que se llamaba. Unos minutos después llegó su padre en un automóvil enorme y muy nuevo.

- Este hombre está investigando el asunto del mensaje oculto de Darwin – dijo Danielle a su padre luego de saludarlo afectuosamente.

- ¿Y por qué lo busca aquí en Oxford? – El padre de la jovencita se dirigió directamente a mí con curiosidad.

- Porque no sabía que en Cambridge también había un Queen’s College ni que aquel tenía un puente famoso. – procuré justificarme.

- La verdad no le comprendo. – Me miró mejor. – Usted no es británico, ¿verdad?

- No, papá, es argentino. – acotó Danielle. – Pero no vino a reclamar nada, solamente a buscar el mensaje de Darwin.

- Creo que le hubiese sido más conveniente reclamar las islas. – dijo sonriendo. – La probabilidad de éxito hubiese sido muy superior a la de encontrar esa antigua nota. Porque las islas existen pero acerca de ese papel hay un mar de dudas.

- No pierdo nada con intentarlo – le aseguré. – Ya hice miles de kilómetros tras ese mensaje misterioso, y no voy a abandonar justo ahora. ¿Cómo hago para llegar a Cambridge desde aquí?

- ¡Papá! ¿No podemos llevarlo en el automóvil? – le pidió Danielle haciéndose la mimosa. – No está demasiado lejos y podré pasar por lo de Jeannie a darle un beso. ¡Hace tanto que no la veo!

No tenía idea de quién podía ser esa Jeannie pero yo estaba haciendo fuerza para que Danielle pudiera ir a saludarla ya mismo.

- Está bien. – aceptó el hombre.

Una vez dentro del vehículo, Danielle se sentó junto a su padre y yo me arrellané cómodamente en el amplio asiento trasero.

- No quiero causarle ninguna molestia – me disculpé.

- De ningún modo. Será un placer. – replicó.


Era un hombre tan gentil que en ese momento le hubiese regalado las Malvinas, las Orcadas y las Sándwich, aunque seguramente hoy lo estaría lamentando en el alma.

***

De esta novela "Otro Génesis posible" aquí te estoy mostrando apenas una pequeña parte de uno de sus 28 capítulos. Es decir, algo así como una fotografía que permite ver un instante de un paseo pero que nunca podrá transmitir lo vivido y experimentado en todo ese paseo.

Por eso te sugiero que, tan pronto como puedas, consigas la novela completa y así puedas acompañarme en mi investigación, un poco de ficción con mucho de realidad, para encontrar respuestas a preguntas que siempre tú y yo nos formulamos acerca del origen del ser humano en este planeta Tierra.

¿Creación? ¿Evolución? ¿O qué?

Es muy sencillo. Me envías un email a danielgalatro@gmail.com o llenas y envías el pequeño formulario que encontrarás en la columna derecha de este blog, y a vuelta de correo recibirás la indicación de los pocos y sencillos pasos a seguir.

Estaré esperándote. No te arrepentirás.

Un saludo afectuoso

Prof. Daniel Aníbal Galatro

Otro Génesis posible: una amable jovencita brindó su ayuda


- Usted no es de aquí, ¿verdad? – Una muchacha que no tendría mucho más de quince años se había sentado en la banqueta que estaba a mi lado y me miraba con curiosidad.

- ¿Cómo te diste cuenta? ¿Conocés a todos los del College? – Respondí su pregunta con un par de las mías, mientras le sonreía amistosamente.

- Para ser estudiante es demasiado viejo, y si en realidad fuera un estudiante viejo sería ya famoso por aquí. – comenzó a deducir. – Tampoco un profesor de aquí, porque hubiese sentido por usted el odio que me provoca cualquiera de nuestros maestros en cuanto lo detecto. No es parte del personal administrativo porque está usted vestido demasiado elegantemente. Y ni siquiera es inglés, porque un hombre inglés de su edad no le hubiese sonreído a una jovencita atrevida como yo que le pregunta cosas que no le deberían importar.

- ¡Brillante! ¿Y qué hubiese hecho contigo un hombre inglés de mi edad? – inquirí aparentando estar seriamente interesado en su posible respuesta.

- Me hubiera mirado con ojos recriminadores y una expresión casi de asco.– me explicó. – Luego hubiera vuelto su rostro hacia el frente, y continuado bebiendo su chocolate y comiendo su pastelito. Como si yo fuera solamente un gusano desagradable que lo molestara un poquito al cruzarse en su camino.

- ¡Perfecto! – le dije mientras levantaba el pulgar de mi mano derecha, manteniendo el puño apretado.

Era el gesto internacional de “OK”, por supuesto, y a ella le causó mucha gracia.

- ¿De dónde es usted? – preguntó. – A ver… déjeme adivinar… usted no es europeo. Es español. ¿Tengo razón?

- Los españoles son europeos. – le recordé.

- Eso creen ellos. Pero todavía les falta mucho para alcanzar nuestro nivel – Pareció arrepentirse de lo dicho. – Si usted es español, discúlpeme… “perdón” – agregó pronunciando esta última palabra en perfecto castellano.

- ¿Estudiás español en la escuela? – le pregunté sonriendo. Ella asintió con la cabeza mientras yo la tranquilizaba con ese gesto. – No soy español. Soy argentino.

- ¡Argentino! – dijo asombrada. Luego me miró con expresión burlona. - ¿Vino a reclamar las Falkland?


- Malvinas. –corregí. – No, por ahora no te voy a reclamar nada mío. – le hice notar el posesivo que usé para redondear la oración. – Estoy investigando la vida de Charles Darwin.

***

Porque resultó ser que había más de un Queen's college y la casualidad (¿?) puso a Danielle en mi camino para encontrar el que realmente tenía un puente famoso muy cercano. Y es así que gracias a ella la investigación se orientó hacia su meta o, al menos, dio un paso muy interesante.

¿Ya has leído toda la novela? Es tiempo de que tengas una copia en tu poder, que habrá viajado directamente de mi computadora a la tuya (o al dispositivo que uses). ¿Cómo concretarlo? Envíame un correo a mi mail danielgalatro@gmail.com o llena el formulario que encontrarás en este mismo blog y házmelo llegar. Verás que es mucho más sencillo de lo que puedas creer (y mucho más económico).

Te estaré esperando.

Prof. Daniel Aníbal Galatro
Esquel - Chubut - Argentina


Otro Génesis posible: Darwin en manos de los extraterrestres


- Quizá Darwin muerto resultaba menos peligroso que Darwin vivo. - aventuré. – Había llegado a ser alguien importante en la sociedad inglesa.

- Tanto que podía disculpársele la exageración de confundir la adaptación evolutiva con un proceso de modificación natural progresiva de las especies. – expresó demostrando sus seguramente importantes conocimientos como Profesor de Ciencias Naturales. – Es decir, durante su vida y después de ella fue Darwin causante de muchas conmociones aunque los ingleses victorianos eran muy flexibles en asuntos religiosos. Pero volvamos a Darwin y el profesor del Queen´s College.

- Dijo usted que habían sido amigos o algo así hasta que un día la relación entre ellos se quebró. – le recordé.

- Ese es un dato posible de verificar, pero hay otro que no. Alguien rumoreó entonces, y el comentario sigue dando vueltas en el Queen´s de Oxford, que pocos días antes de morir, Darwin mandó llamar a su ex amigo para que se llegara hasta el que sería su lecho mortuorio. – dijo colocando su voz y hasta su rostro en el mejor estilo de León o de Adolfo, aunque en versión inglesa. 

Parece que tenía algo muy importante que comunicarle.

- ¿De qué se trataba? – pregunté con verdadera curiosidad.

- No tome como verdadero nada de lo que sigue en mi relato. Ya le dije que son todos simples rumores sobre hechos que no solamente carecen de algún documento que los pruebe sino de los que hace muchísimos años, digamos ciento cincuenta, ha muerto todo posible testigo. – me previno.

- Continúe, por favor – le rogué. – Lo tomaré así, como simples rumores, como información sin fundamento.

- Gracias. Me tranquiliza. – prosiguió. – Cuando su ex amigo llegó al borde del lecho, Darwin le relató que unas semanas antes, cerca de Navidad, había viajado a Londres a visitar a una de sus hijas. Y que en esa oportunidad perdió el conocimiento en plena calle.

- Pero ese dato podemos considerarlo histórico. Lo mencionan algunos de sus biógrafos. – aclaré.

- Ese puntualmente sí, lo acepto. Pero no lo que relató que le ocurriera en el instante que siguió a su desvanecimiento.- respondió. Luego me miró unos instantes atentamente, apenas durante un par de segundos pues el tránsito en esa ruta era bastante denso, y me formuló una pregunta inesperada: - ¿Usted cree en la existencia de extraterrestres?

Me sorprendió. No esperaba esa pregunta de alguien que daba la impresión de ser tan formal, académico y tradicional. Decidí ser sincero, absolutamente sincero con él. Lo merecía por haberse atrevido a mostrar esa faceta de su personalidad que probablemente ocultaba ante la enorme mayoría de las personas que lo conocían o lo creían conocer.

- Absolutamente sí. Con fundamentos teóricos y prácticos no alejados del rigor científico. – dije con claridad. - ¿Por qué me hace esa pregunta?


- ¿Podría usted creer que un instante después de desvanecerse, Darwin fue secuestrado por seres de otro planeta que lo retornaron a ese mismo lugar de Londres al instante siguiente? – me fue diciendo sin alzar la voz, muy pausadamente, como para asegurarse de que yo estaba comprendiendo exactamente lo que él iba detallando.

***

¿Usted cree en la existencia de extraterrestres? ¿Y le resulta posible considerar que los avances que atribuimos a los científicos son, en realidad, pequeñas licencias que nos otorgan quienes nos controlan y supervisan para que demos pequeños pasos hacia verdades mucho más profundas?

¿Usted me cree si le digo que esta novela "Otro Génesis posible", de la que me atribuyo ser el creador, me fue en realidad dictada prolijamente por esos extraterrestres, más precisamente zetarreticulianos?

Si viene siguiendo estos avances que publico, algo así como un "trailer", estimo que ya se hace imperativo que conozca toda la historia. ¿Cómo lograrlo? Es muy sencillo. Y le diré cómo si me envía un email a mi correo personal o utiliza el formulario de contacto que figura en este mismo blog.

Lo estaré aguardando.

Prof. Daniel Aníbal Galatro


Otro Génesis posible: merendando en la tarde londinense


Caminé unos cinco minutos hacia el sur hasta llegar a las inmediaciones de una entrada al subterráneo. Cerca del lugar en el que convergen Brompton Road y Fulham Road encontré un bar y cafetería que me pareció adecuado para beber algo caliente y probar algún postre londinense. Para mi sorpresa ostentaba en su frente un nombre francés pero, pese a especializarse en manjares de origen galo, también había allí lo que me interesaba.

Busqué una mesa junto a un amplio ventanal desde donde podía observar la calle. Mientras bebía un café irlandés y lo acompañaba con una torta que me sirvieron como “típica londinense”, recorrí con la vista las mesas más cercanas. Había gente de todos los colores, de todos los orígenes, de todas las edades y de todas las posibles ocupaciones. O eso me pareció.

Hasta pude fijar mi atención en un hombre algo corpulento, bastante calvo pero con larga barba, bebiendo cerveza seguramente a temperatura ambiente. Le noté un parecido con la imagen que yo tenía de Charles Darwin. Pero sabía que Carlos estaba a unas cuantas cuadras de allí, debajo de la blanca losa que tenía su nombre y disfrutando del eterno descanso.

El sabor de la torta me hizo recordar a la ricotta. Cuando la muchacha que atendía las mesas pasó cerca de mí le pregunté si sabía quién podía informarme acerca de lugares de Londres. Me señaló al propio Darwin, es decir al hombre que se parecía un poco a él.

- Buenas tardes. – le dije utilizando el “evening” porque ya eran más de las cinco. - ¿Me permite que le haga un par de preguntas sobre un lugar que estoy buscando?

- Buenas tardes – respondió amablemente. – Tome asiento aquí, a mi lado pero traiga antes lo que aún le queda de la torta. - Eso hice, no sin antes agradecerle con un gesto su atención para conmigo. - ¿De qué se trata? – me preguntó con toda la calma del mundo.

- Busco un lugar llamado Queen’s – puntualicé para iniciar mi consulta.

- Es un nombre bastante generalizado por aquí. Casi todo es del Rey o de la Reina en esta ciudad y en sus alrededores. – me aclaró. - ¿Y qué es lo que pretende encontrar allí?

- No lo sé, todavía. Supongo que algo que tenga relación con Darwin y su vida. – le dije, sintiéndome bastante tonto.

- ¿Darwin? ¿Charles Darwin? – se sorprendió. Luego comenzó a reír abiertamente y me aclaró el motivo de su reacción. - ¿Sabe que a mí muchos amigos me llaman Darwin? Dicen que tengo un notable parecido con él.

- Es verdad. Yo también lo noté. – le confesé. – Y nunca supuse que terminaría yo aquí sentado compartiendo su mesa.


- Pero, mi amigo, lamento desilusionarlo. No soy Charles Darwin ni ninguno de sus descendientes. - dijo sonriendo. – Aunque conozco bastante bien su vida y su teoría. Soy profesor de Ciencias Naturales en un colegio en Oxford. Casualmente ese colegio se llama Queen´s.

***

Londres me sorprendió mucho y por muy diversos motivos. Uno de ellos, y no menor, fue encontrar alguien que parecía una copia viva de Darwin merendando en un café con aromas franceses aunque ubicado en el corazón de la capital inglesa. Y que resultó ser profesor en un colegio llamado "Queen's".

Pero es tiempo de que te sumes a esta investigación conociendo la historia completa. ¿Cómo lograrlo? Simplemente consultándome para que te envíe un ejemplar electrónico que podrás disfrutar con tus amigos.

Espero tu email a mi correo personal, aunque también puedes llenar el formulario de contacto que hallarás en este mismo blog.

Mientras tanto, recibe un saludo afectuoso.

Prof. Daniel Aníbal Galatro

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