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Un informe (¿real o ficticio?) sobre los seres extraterrestres y nosotros

“Los seres extraterrestres y nosotros”
por Álvaro Fernández Ribas

“Un contacto extraterrestre es la experiencia de entablar algún tipo de comunicación con seres de otros mundos evidentemente más avanzados que nosotros. Este contacto puede ser del Primero, Segundo, Tercero, Cuarto o Quinto Tipo, dependiendo de la intensidad, cercanía y grado de interacción con el testigo.”
Cualquier persona puede tener un contacto con extraterrestres, tanto si está preparada para que ocurra como si no. En realidad, los propios extraterrestres eligen a quienes serán sus contactados.
Existen testimonios de contactos entre extraterrestres y nosotros desde el principio de la Humanidad: patriarcas bíblicos, sacerdotes sumerios, escritores visionarios, y, mucho más habitualmente, personas comunes, cultas o ignorantes, con una preferencia evidente por aquellos limpios de mente y de corazón.
A veces los extraterrestres han hecho más que contactarnos, participando activamente de hechos de nuestra historia. Somos quizá para ellos algo más que un simple objeto de estudio.
Según algunos especialistas, los extraterrestres están cuidándonos para que no desaparezcamos por nuestra incapacidad, nuestra ambición desmedida, nuestros impulsos que a veces parecen irrefrenables.
Hay quienes creen firmemente en la existencia de esos extraterrestres pero también hay quienes la niegan. Depende de su amplitud de criterio, del grado de sus temores innatos o adquiridos, de su estructura síquica más o menos sólida.
También están aquellos que no dudan acerca de la factibilidad de la presencia de esos seres de otros mundos e incluso tienen evidencias fuertes de su realidad, pero que públicamente lo niegan por la posibilidad de ver afectada su posición social o laboral.
Los contactos pueden realizarse en muy variadas formas: por telepatía, psicografías, fenómenos extraños, etc.
Esos seres extraterrestres pueden llegar hasta nosotros desde los más variados y remotos confines del espacio. Adoptan diversos aspectos, utilizan diferentes medios para trasladarse, se comunican, como vimos, en las formas más simples o complejas.
Suelen presentarse con un aspecto humanoide, más o menos parecido al nuestro.
Quizá lo hacen para causar menos temor, para facilitar el contacto.
También es lógico pensar que son superiores a nosotros, no solamente en sus avances tecnológicos sino también en sus dotes espirituales y morales, pues no hay evidencias de que alguna vez hayan intentado dañarnos.
De todas las tipologías que han elaborado los considerados como expertos en el tema, voy a destacar una que me resulta fundamental, no solamente por la cantidad de veces que se han presentado sino por la calidad de sus contactos: los zetarreticulianos o tipo II.
Son de baja estatura, midiendo entre 0.90 y 1.20 metros, su cabeza con forma de triángulo invertido es relativamente grande, no tienen pelo, y sus ojos se aprecian también de gran tamaño, generalmente rasgados. Su nariz y su boca son pequeñas. Su piel puede verse gris, verdosa o blanca. Están vestidos con uniformes enterizos – a veces metálicos – con o sin capucha. Sus brazos son largos y tienen cuatro dedos en cada mano.
Los zetarreticulianos son los que imaginamos cuando hablamos de “marcianos”.
Hay miles de historias vinculadas con ellos, no solamente realizando contactos – lo que no parece interesarles como única actividad – sino también secuestros, teletransportaciones, etc.
Pese a la enorme cantidad de evidencias, la presencia de los zetarreticulianos entre nosotros parece estar protegida por humanos poderosos, quienes pueden manipular a su gusto y conveniencia la información de modo de que nuevos casos no exciten el interés del público por querer conocer más acerca de ellos.
Se ha creado una sólida cortina que los esconde, envolviéndolos en un halo de ficción que lleva a los humanos pragmáticos, o que se jactan de serlo, a negar toda realidad y a considerar como crédulos o tontos a quienes declaran –o apenas insinúan que los seres extraterrestres existen o podrían existir.
Hasta hemos capturado realmente sus naves (UFOs u OVNIs) en 1939 en Alemania, en 1946 en Noruega, y en muchas otras oportunidades. 
¿Lo saben los gobernantes de nuestro mundo? Por supuesto que sí, y ellos mismos han tenido, quizá, contactos directos o indirectos con estos seres venidos desde muy lejos.
Entre los grupos extraterrestres que más frecuentemente han participado de esos contactos están los “zetarreticulianos”, llamados así por asegurar muchos investigadores que provienen de una estrella llamada “Zeta Retículi”.
Luego de años de estudiar estos seres en particular, sus apariciones a lo largo de toda la historia de la Humanidad, los contactos que han realizado, sus secuestros de hombres, mujeres y niños, las extracciones de sangre y de órganos que se han relatado, y una suma de fenómenos que nadie ha podido explicar prescindiendo de su presencia, me permito cerrar la nota planteando, con absoluta certeza de que no es más ni menos fundamentada que las otras existentes, mi teoría de que los zetarreticulianos han sido los principales responsables de la aparición de la vida en la Tierra y de la evolución de ella hasta la conformación de los homínidos (nuestra especie), y, más aún, del mantenimiento y cuidado de todo nuestro sistema viviente en procura de fines que puedo suponer pero no asegurar.”

Fuente: "Otro Génesis posible"
Novela de Daniel Aníbal Galatro
Fragmento del capítulo II

Primer caso certificado de "encuentro cercano"


Era 14 de abril de 1897. A las 6.00 AM, un disco monoplano, dirigido por un solo tripulante, sufrió un accidente por causas no determinadas. Según los testigos, el aparato "cayó del cielo".
Mientras descendía trazaba círculos intentando aterrizar.
Procuró sobrevolar el campanario de la iglesia, pero chocó con la torre de suministro de agua y se desplomó a tierra.
El ocupante murió y fue enterrado al día siguiente en el cementerio del lugar.
El periódico "Dallas Morning News" publicó el día 19 de abril de 1897 el hecho en un artículo con todo lujo de detalles.
Fue el primer caso certificado que se conoce de un "encuentro cercano".
El lugar exacto fue Aurora, Condado de Wise, Estado de Tejas, EEUU.
Acotación: en 1897 no existían aún los automóviles ni los aviones. Solamente globos dirigibles.

Fuente: Colección Villa Tranquila de Ensenada
Nro. 38

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